Desde lunes, el féretro del papa que rompió la tradición de 600 años de no renunciar al pontificado, ha sido trasladado a la basílica de San Pedro del Vaticano. Donde cerca de 35 mil feligreses han podido ir a despedir al papa en cuerpo presente
Roma se prepara para la despedida de Joseph Ratzinger. En su funeral hay entre 50.000 y 60.000 personas, según el prefecto de Roma, Bruno Frattasi y más de mil agentes velarán por la seguridad.
Dice la norma de la iglesia católica que un papa debe ser enterrado, nunca antes de cuatro días ni más allá de seis días después del fallecimiento. El cuerpo de Benedicto XVI fue velado desde la mañana del lunes 2 de enero en la basílica de san pedro.
Según el tomo ritual romano, el rito litúrgico para el funeral de cualquier papa supone un luto oficial de nueve días. Sin embargo, sólo durará tres la capilla ardiente de Ratzinger.
La muerte de un papa emérito nos pondrá ante una escena nunca vista: será la primera vez que un pontífice oficie el funeral de otro emérito. Francisco i despedirá así a Benedicto XVI. Lo normal es que sea el cardenal decano del colegio cardenalicio quien presida las exequias.
Por razones de seguridad, ese día se cerrará el espacio aéreo sobre la plaza de san pedro.
El cuerpo del papa emérito será inhumado hoy jueves en la cripta bajo la basílica de san pedro, y posiblemente en la tumba de Juan Pablo II, su antecesor.
Será, otra vez, un acto sobrio. Así lo quiso el pontífice. Benedicto XVI y como el mismo dijo:
«en mi lápida no habrá nada escrito. Solo mi nombre»,